Comparto un comentario, muy personal, como me dice mi amigo Jair Trujillo, un joven poeta colombiano, sobre mi libro Sarcófago...
Dice mi amigo Jair:
(...)
"tenía que escribir algo libre como en el fondo es el libro, sin
pensar en escuelas y/o movimientos... influencias, etc. Lo que escribí es más
una apuesta por lo íntimo, que por lo público de la crítica.
(...)
Creo que no es un estudio precisamente, más bien una aproximación cuasi
sentimental. Los libros son para conseguir amigos, ese ha sido el lema
implícito del texto."
SARCÓFAGO DEL VIENTO
Leyendo
“Sarcófago del viento” nos acercamos a la fuerza de la palabra poética de una
extraña manera, es como caminar por la playa observando el mar y saber que
existe porque se presenta majestuoso pero al tiempo impenetrable. Podríamos
decir que esta es la forma de actuar de la poesía pero no es así, pues no
ocurre con todos los libros, así como no ocurre con todas las aguas depositadas
en el mundo. Es más bien una danza donde encajan perfectamente los movimientos
enloquecedores del ritmo. No sé de qué pájaros me habla este libro pero los veo
volar. No distingo a ese niño que sale y entra de los poemas de Edenilson pero
oigo la risa y sus anhelos en medio del sueño. El hombre que ha subido de edad
por la escalera ha venido a encontrarse conmigo, este libro ha viajado en la
brisa del Caribe, lo han traído los pájaros raros que engullen su alimento en
el aire… cuántos peces en el vientre de estos animales para producir poesía.
Sí,
al autor le crecen cuchillos en las orejas y en su corazón los perros
encuentran sangre fresca. Es sólo la confianza en la vida y su devenir
constante lo que nos impide desistir, perecer. Los libros sólo trascienden
cuando el autor ha quedado muerto, es decir, atrás del tiempo. Edenilson al que
sólo veo desde el otro lado de la pantalla, ha sabido obscurecerse y
transparentarse en cada hoja que derrumbo con el dedo. Le aposté a la locura
leyendo este libro, al absurdo, a la vida al revés que se endereza
contradiciendo las lógicas, a todo le aposté advirtiendo que perder o ganar era
lo mismo. Voy alumbrando la felicidad ciega del autor, muy a pesar de su
abandono deliberado… en eso consiste morir en la literatura.El riesgo de
publicar un libro es gastar la única bala. Publicar es morir, un nacimiento
significa al tiempo una muerte, como en el mito del diablo Yuruparý, el hijo se
come a la madre mientras nace… “historia de diablos, mitos de avispas”. No es gratuito que estos poemas hayan sido
reunidos bajo el nombre de sarcófago. Pero ese recipiente llamado sarcófago
contiene al tiempo la eternidad de la momia, es orgánico, está vivo.
Buscar
(algo) en el libro de Edenilson es renunciar al azar sugerido por el mismo. Los
libros no siempre deben entregarse por completo al lector, tiene que mostrar
resistencia, deben cerrarle la puerta en la cara. Como a la hora de escribir,
se debe obviar nombrar, tratar de construir desde bases sólidas pero carentes
de vegetación. La crítica explicativa acarrea con el pecado de ser textos
hermenéuticos que castran más que develan. La poesía no se puede leer con
hambre de letras. Es preciso hacer corresponder los libros con el cómo
abordarlos. Es posible buscar en los bolsillos de los movimientos y las
influencias pero noda lugar en estos momentos, en los cuales veo que “un hombre con el fuego y los mares en su
rostro escupe al infinito”.
Jair
Trujillo
21
de septiembre de 2014.
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